1- ¿Por qué nos enojamos?
Nos enojamos cuando algo nos frustra: desde algo tan pequeño como un
atascamiento de tránsito hasta una amenaza a mi integridad física o mi
honor. Los motivos son variadísimos y los grados de intensidad también,
pero todos tienen un elemento común: debajo de cada enojo hay una
frustración.
2- ¿Cumple alguna función el enojo?
Veamos un ejemplo: Un amigo me prometió que me devolvería un libro y
cuando llega me dice que se olvidó. Mi deseo de recuperar el libro se
frustra y ese deseo frustrado se convierte en enojo. La función
esencial del enojo es darme más energía para enfrentar el obstáculo que
produce mi frustración. El tema fundamental acá es si yo he aprendido a
canalizar adecuadamente esa fuerza, o no. Ese aprendizaje es una de las
tareas más significativas que los seres humanos necesitamos realizar.
3- ¿De donde surge la idea de que enojarse es algo malo?
Surge de todo lo que en general hacemos cuando no sabemos encauzar la
energía del enojo. Me gusta citar una frase de Marco Aurelio, que en el
siglo ll dijo: "¡Cuánto más penosas son las consecuencias del enojo que
las causas que lo produjeron!". Es muy hermosa y sintetiza muy bien lo
que es la inadecuada utilización de esa energía. Por esta razón es
fundamental que distingamos dos tipos de enojo: el enojo que destruye y
el enojo que resuelve. La idea que tenemos del enojo como algo malo es a
partir del enojo que destruye, que es, lamentablemente, la manera más
frecuente que tenemos de enojarnos. Pero por eso mismo es bueno saber
que esa no es la única forma del enojo.
4- ¿En qué se diferencia una de la otra?
Volvamos al ejemplo del libro que mi amigo no trajo. El enojo que siento
puedo encauzarlo en dos grandes direcciones. Puedo decirle: ¡Sos un
egoísta, siempre el mismo irresponsable…sos un falso… en vos no se puede
confiar…!
En ese caso he utilizado mi enojo para herir, castigar y hacer sufrir a
mi amigo por lo que hizo.
Cuando hago eso, no es por maldad. Es porque creo que sentir y expresar
enojo es así: insultar, castigar y hacer sufrir. Cuando reacciono de ese
modo, el otro, en este caso mi amigo que se siente herido por lo que le
dije, responde, generalmente con otro agravio: ¡Y vos siempre el mismo
autoritario, crees que todos somos tus esclavos, sos un déspota! También
me recuerda otras situaciones en las que yo lo herí y me dice: Vos sos
el egoísta irresponsable y manipulador. ¡Sos un hipócrita!
Y así seguimos, de insulto en insulto. La intensidad continúa creciendo,
cada vez nos herimos más, y al rato estamos los dos lastimados y
resentidos. Ninguno quiere saber más nada con el otro…. y el libro no lo
recuperé.
Este es un ejemplo del típico enojo que destruye.
Es muy común oír después de una gran pelea en la que todos han quedado
muy heridos: ¿Por qué era que empezó esta discusión?
5- ¿Cómo es el enojo que resuelve?
Allí dirijo ese plus de energía sobre el obstáculo que me frustra. En
este mismo ejemplo le puedo decir a mi amigo, con toda la intensidad con
la que lo sienta: ¡Estoy muy frustrado y enojado. Vos prometiste que me
ibas a traer el libro y yo contaba con él. Lo necesito. Vamos a ver
cómo me lo podés acercar. O llamás a alguien para que lo traiga o
llamamos a una mensajería. ¡Fijate qué se te ocurre…! Y ahí me quedo
esperando y demandando una respuesta. Cuando concentro mi energía en esa
dirección el enojo cumple su propósito esencial: darme más energía para
tratar de resolver el obstáculo que me frustra.
Este tipo de enojo se apoya en dos pilares: expresar lo que siento ante
lo que sucedió y demandar la respuesta que me "des-enojaría".
Expresar la frustración y el enojo que me produce la situación es
necesario para mí, para desahogar lo que me pasa y es necesario para el
otro, para que pueda saber lo que me ocurre a mí ante lo que hizo,
porque ese es además uno de los motores que lo ayudarán a cambiar su
actitud. Cuando se cuánto le molesta a una persona mi impuntualidad eso
es algo que me ayuda a que lo tenga en cuenta y me dispone a tratar de
ser más puntual.
Expresar lo que siento no quiere decir enjuiciar al otro. Son dos
respuestas muy distintas que es necesario aprender a distinguir con
claridad. Una cosa es decir: ¡estoy muy enojado por lo que hiciste! y
otra muy distinta es decir: ¡Sos una basura, sos destructivo, una mala
persona, una porquería! etc.
En última instancia la esencia del enojo que resuelve es autoafirmarse
con claridad, fuerza y respeto. Y para eso no es necesario descalificar
ni agraviar, ni insultar. Me concentro en la acción que me frustra y
demando una solución.
6- ¿Qué sucede cuando no puede haber reparación en el presente?
Por ejemplo cuando alguien llega tarde, me deja una hora esperando y eso
no tiene arreglo porque ya ocurrió. En ese caso lo que uno puede hacer
es, además de decir lo que siente, orientar la demanda hacia el futuro.
Generar algún acuerdo para que no vuelva a ocurrir. La clave es
descubrir en cada caso la situación que me des-enojaría. Yo sugiero a
mis alumnos que cuando un enojo es intenso y los confunde se formulen la
siguiente pregunta: ¿qué tendría que ocurrir acá para que mi enojo
cese? Esa pregunta tiene la virtud de enfocar la mente sobre el punto
central de la cuestión que es precisamente cómo se resuelve ese problema
que me enoja.
7- ¿Qué pasa cuando la persona con quien estoy enojado es alguien a quien quiero?
Mucha gente cree que si le tengo afecto a una persona no puedo enojarme
con ella, que tengo que cerrar los ojos y dejar pasar porque es: o el
afecto o el enojo. Y en realidad no es así, es más bien todo lo
contrario. Una de las cosas que más ayuda a hacer resolutivo el enojo es
expresar el enojo con afecto. Puede parecer una contradicción
insalvable en sí misma pero no es así, es simplemente recordar, cuando
esa es la situación, que la persona con quien estoy enojado es alguien a
quien, además, le tengo afecto.
Entonces se pasa del: "Porque le tengo afecto no me puedo enojar" a
"porque siento que le tengo afecto es que le puedo expresar mi enojo
cuando lo siento".
8- ¿Cómo reaccionar ante el enojo de los demás?
Cuando uno aprendió a enojarse respetuosamente y lo hace, se da cuenta
con más claridad cómo es el enojo del otro: si es resolutivo o
destructivo (o cuánto hay de cada uno). Entonces puede distinguir qué
parte de verdad puede haber en ese enojo y que reparación requiere y
cuánto hay de enjuiciamiento, agravio o maltrato, que es parte de la
inmadurez y la ignorancia de quien se enoja así. Cuando establezco esa
distinción ya estoy en mejores condiciones de no quedar sometido al modo
destructivo del enojo del otro.
9- ¿Cuál es la causa del enojo explosivo y desproporcionado con la situación?
Ese es el tema de la acumulación del enojo. Cuando uno no aprendió a
expresar el enojo tiende a retenerlo, y se va acumulando. Entonces
alguna situación menor activa el enojo acumulado y sale con una
intensidad desproporcionada que desconcierta al otro, y a veces también a
uno mismo. Por esto es bueno estar al día con los enojos, pero para
eso es necesario haber aprendido a expresarlos de un modo resolutivo. Si
no, inevitablemente uno tiende a callar por temor a complicar más las
cosas.
10- ¿Qué sucede cuando el enojo es con uno mismo?
Uno no se enoja consigo mismo de un modo global si no con alguna parte
de sí, por ejemplo: la parte insegura, miedosa, exigente, etc. Por lo
tanto lo primero es descubrir con qué parte propia estoy enojado. Es
útil imaginar que esa parte está enfrente y expresarle el enojo tal como
lo siento. En el universo interior el enojo también puede ser
destructivo o resolutivo. La mejor manera de saberlo es ponerse en el
lugar de quien recibió ese enojo y observar cómo se siente al oírlo: si
destruida o ayudada.
Si se siente destruida, la tarea es clara: aprender a enojarme con ella
de un modo tal que ese enojo le exprese mi desacuerdo de una manera que
la enriquezca y la estimule a evolucionar en la dirección deseada. Ese
aprendizaje es el mejor punto de partida para aplicarlo después en el
trato con los otros y es, en última instancia la esencia de la
Autoasistencia Psicológica, que consiste precisamente en aprender a
relacionarme con la parte de mí que no me gusta de un modo que la ayude
genuinamente a transformarse.
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