Resumen de mis conocimientos personales



Si te sentis sin esperanza, triste, si te acostumbraste a los excesos, si te sentis como fuera de foco, si necesitas que alguien te acompañe.
No dudes en consultarme o preguntarme, yo estuve alli varias veces.
El "Secreto es simplemente aprender a vivir y a querernos con esto que nos pasa"

MArcos

Este Blog, pretende ser un compendio de las cosas que la vida misma me fue enseñando.
Lo que me interesa, lo que fui almacenando.
En realidad hace las veces de CV.
Es mi formacion y parte de mis creencias, estos pensamientos fueron armando mi modelo mental hasta llegar a lo que soy hoy en este aqui y ahora.
Como dijo Groucho :
Soy un hombre de princpios, pero si usted quiere, los cambio.
Todo es dinamico, todo es subjetivo y al decir todo me refiero a mi todo, que es solamente mio.
Tu todo es otra cosa, es otro todo.
Espero poder compartir esta forma de vivir , que es la mia.

Gracias por leerme.

Marcos Liberatore Roth

Acompañante Terapeutico especializado en psicopatologias. Anudar

Operador socioterapeutico especializado en drogadependencias. Universidad CAESE

Consejero en adicciones quimicas. Universidad Interamericana. UAI

Operador en violencia Familiar. UBA

Facilitador socioterapeutico en adicciones. Caacupe

Master en PNL. ICE

Coaching Ontologico. ICP/ICE / Instituto de Estudios Integrales

Consultor Filosofico Existencialista . Instituto de Estudios Integrales

Postgrado
En Coordinacion Grupal. Universidad CAESE

Coloquios y Consultas al:
154 177 2744
marcosliberatore@yahoo.com.ar

14.9.11

Uno a uno, salvando vidas Por María Eugenia Estenssoro

Uno a uno, salvando vidas

Por María Eugenia Estenssoro / 3 de April de 2010

Hace unos días, en vísperas de Semana Santa, fuimos al Hogar de Cristo, el centro de recuperación de adicción a las drogas, perteneciente a la Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en las Villas 21-24 y NHR Zabaleta.

Como la mayoría de los barrios precarios de Buenos Aires, esta “villa” es una enorme ciudad de más de 50 mil habitantes dentro de la ciudad. Paradójicamente, la población de las villas porteñas se ha multiplicado varias veces en los recientes años de bonanza económica, como si el crecimiento del PBI impulsara un aumento cada vez mayor y más escandaloso de la pobreza en la capital de la República Argentina.
Al hacinamiento y a las condiciones infrahumanas en que viven cientos de miles de personas, en la última década se ha sumado el flagelo del narcotráfico. La venta de droga y la prostitución hoy son moneda corriente en estos barrios. Cada vez más adolescentes, casi niños, caen en manos de los dealers y de la prostitución sin la presencia del Estado nacional ni del Gobierno de la Ciudad reprimiendo al narcotráfico y con programas de prevención y de recuperación para socorrer a sus víctimas. Ellos y sus familias están -literalmente- huérfanos.
Pocos días antes de Semana Santa nos encontramos con Marcos, el responsable terapéutico del programa, en la sede del Hogar de Cristo. Nos había propuesto pasar el día con él, acompañándolo en su jornada habitual de trabajo. Marcos Liberatore vivió la adicción en primera persona. Tras varios años de recuperación, se formó como Consejero en Adicciones; encontró en este trabajo su verdadera vocación y el ayudar a otros es su principal motivación.
traficSubimos a su combi blanca. La imagen de la Virgen de Caacupé, patrona de Paraguay pintada en la delantera, parecía un estandarte protector que inspiraba confianza no sólo a nosotros sino también a los vecinos. Al vernos pasar, muchos saludaban de lejos o se acercaban a hablar con Marcos.
Como en las películas, nos cruzó un auto blanco, grande y brillante, con vidrios negros polarizados y chapa paraguaya. Parecía ser de un contrabandista o narcotraficante. Junto al Riachuelo inmundo y hediondo, vimos chicos drogándose entre basurales y arbustos. Un tren de carga cruzaba un puente de orilla a orilla, casi rozando las casillas hechas de cartón y desperdicios a cada lado de la vía. En un cruce cercano, cuando el tren se aproximaba, vimos detenerse a una camioneta  4×4 de la que bajaron hombres de seguridad privada con armas largas, custodiando quién sabe qué. En tres horas vimos de todo, menos a la Policía Federal, responsable de la seguridad de la Ciudad de Buenos Aires.
En la Parroquia “Virgen de los Milagros de Caacupé”, sobre la calle Osvaldo Cruz 3470, paramos a saludar al Padre Pepe, recientemente nombrado Vicario de las villas porteñas por expresa indicación del Cardenal Jorge Bergoglio, quien impulsó la creación del programa de  recuperación de adicciones. Este sacerdote con cara de niño y poco más de 40 años, es un cura villero con un halo comprometido como el del legendario Padre Mujica. Hace 12 años que vive junto a los pobres.
Acá la mayoría son familias honestas, inmigrantes paraguayos que trabajan honradamente en la construcción o el empleo doméstico. El problema no es la villa,” aclara, “es el narcotráfico. Las villas hoy son zonas liberadas. Ni la fuerza pública, ni ningún organismo que represente al Estado impide que estos chicos se envenenen con el paco. Acá la droga está despenalizada de hecho,” explica, repitiendo algunos de los puntos fundamentales del crítico documento que difundió la Iglesia hace exactamente un año por el que fue amenazado.
Pasadas las 1.30 hs de la tarde nos despedimos y volvimos a la camioneta. Recogimos a varios jóvenes y madres con niños que a diario almuerzan en el Hogar y participan de una sesión de terapia grupal para dejar de consumir. Marcos llamaba a algunos chicos desde el auto y bajaba a buscar a otros hasta sus casas, caminando por laberínticos pasillos. Varios de ellos no vinieron. “Nuestra consigna es no juzgar. Nosotros estamos, ellos lo saben; El trabajo es uno a uno,” explicó con serenidad.
El Hogar de Cristo -al igual que otras instituciones solidarias que visitamos esa mañana-, es una luz de esperanza en medio de tanta oscuridad. Un espacio cálido y humano, donde es evidente que estos jóvenes se sienten respetados, protegidos y amados. Almorzamos en una gran mesa  redonda. Cocinó Adrián, un joven recuperado que está a cargo de las comidas. Éramos unos 14. Me dijeron que ese día eran pocos, porque un grupo grande se había ido el día anterior a General Rodríguez, donde la Parroquia tiene la granja Madre Teresa de Calcuta. Allí los varones permanecen internados durante varios meses elaborando un nuevo proyecto de vida.
Alejandra de 23 años se sentó a mi lado. Su historia es un testimonio contundente de cómo el amor, la voluntad y la fe salva vidas.alejandra La encontraron cuando vivía consumida por el paco en un container con su hijita Milagros, una morochita de 3 años, de ojos vivaces y penetrantes. “Ahora está bien,” me cuenta. “Pero antes tenía los pulmones llenos de pus. La operaron hace seis meses en el Gutiérrez. Recién ahí empezó a desarrollarse. Todavía falta que le hagan una operación de corazón.” A su lado, en un cochecito está Marcos, su hijo menor, un bebote hermoso y gordo de seis meses. Es un trofeo a la salud y voluntad de su madre. Es el ahijado de Marcos, el coordinador, quien agrega orgulloso desde el otro lado de la mesa: “Antes, Alejandra era el problema de su familia. Ahora es la que trabaja y lleva la comida al hogar.”
Después de comer hicimos una ronda. Uno de los chicos rezó la oración simple de San Francisco: “Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.” Luego cada uno fue contando cómo se sentía. A alguien se le quebró la voz, había tenido una recaída, los ojos se le llenaron de lágrimas. Otro chico lo contuvo: es sólo un tropiezo, le dijo. Un muchacho estaba enojado porque no lo habían elegido para ir a General Rodríguez. Varios se lamentaron porque una compañera con cinco meses de embarazo había ido a la maternidad Sardá por una pérdida. Le dijeron que no era nada y esa noche perdió el bebé.
¿Cómo volver a creer frente a tantas injusticias y dificultades? ¿Cómo mantener la esperanza cuando el trabajo, el dinero y las oportunidades tardan en llegar?, me preguntaba mientras oía los relatos. Me tocó presentarme. Les dije que era Senadora. Les pareció muy raro estar junto a una política. “Sólo vienen para las elecciones,” comentaron varios. Les dije que había participado muchas veces de rondas como esa, compartiendo problemas, dolores y esperanzas con otros para sanarme, que me gustaría seguir compartiendo con ellos.
Hace cinco días que no pienso en otra cosa. Sé que no hay un “ellos” y un “nosotros”. Sólo un nosotros. “La vida no es lo quecerrando-el-grupo golpea duro a un adicto, sino la sociedad; que cuando ve a uno lo discrimina,” escribió un chico en el taller de escritura.
Las villas son el reflejo no sólo de una pobreza material extrema, inhumana, sino de la pobreza espiritual y moral que hoy padecemos los argentinos como sociedad. Vemos la pobreza material, pero nos cuesta comprender su verdadera raíz: la pobreza humana. La desidia, el desamor, la falta de respeto, de cuidado por el prójimo. Los gobernantes y quienes ocupamos cargos dirigenciales en todos los sectores –político, empresarial, sindical, médico, educativo y espiritual- tenemos una responsabilidad aún mayor.
Salvar a éstos jóvenes es una manera de salvarnos a nosotros mismos. Animarnos a crear oportunidades juntos y nuevos vínculos que den sentido a nuestra vida en común,  “uno a uno”, es una manera de darnos una nueva oportunidad como comunidad. El Padre Pepe, Marcos y muchos otros ya lo saben y lo están haciendo. ¿Estoy dispuesta a comprometerme aún más?
grupoEn esta Pascua, que nos permite un nuevo renacimiento interior, sigo pensando en mis compañeros de grupo.
Quienes quieran colaborar con el Hogar de Cristo, pueden contactarlos por medio de la web: www.sinpaco.org. Entre otras cosas, necesitan pañales, leche en polvo y alimentos no perecederos.

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