La “resiliencia”, es un concepto que fue usado inicialmente en relación a los metales. Se dice que es la capacidad de un metal determinado de resistir y ser flexible a determinadas pruebas que se experimentaban con él, a los efectos de comprobar la calidad del mismo y de recobrar su estado original.
La resiliencia humana es, entonces, esa fuerza impulsora interior que poseemos; la capacidad “natural” que tiene cada uno de nosotros para poder tolerar las adversidades de la vida; de poder transformarlas en desafíos, en nuevas oportunidades para fortalecernos.
Las personas "resilientes" son seres comprometidos consigo mismo, que se permiten el "control" de las circunstancias y, sobre todo, estar "abiertos" aceptando los cambios, ya que interpretan las experiencias como parte esencial de la propia vida que viven; es decir, de su propia existencia.
Formulémonos las siguientes preguntas:
¿Cómo podemos desarrollar esa capacidad de “resiliencia”?
¿Cómo podemos descubrir nuestra fortaleza interior para avanzar sobre las propias adversidades?.
Sin duda, la respuesta está en el “autodescubrimiento”; en iniciar el camino al conocimiento de nuestro Ser.
Esto sucederá paulatinamente, a medida que vamos conociendo nuestras propias virtudes o fortalezas; reconociendo nuestras debilidades; fomentando nuestros talentos y lograr expresarlos.
Esencialmente es empezar a valorarnos y reconocernos valiosos; es perdonarnos los errores y empezar a verlos como aprendizajes; es estimular la creatividad que hay en nosotros; es atesorar las relaciones con los demás, como un espejo de nuestra propia relación con nosotros mismos; es permitirnos dejar fluir los sentimientos sin coartarlos y abrirse a la comunicación del corazón, que jamás se equivoca.
Es aprender a pedir “ayuda” y extender esa ayuda hacia los demás como una cadena de amor que se construye y progresa.
Es reírse de las adversidades. Ridiculizar el temor a no poder resolverlas. El humor es finalmente una actitud de pensamiento positivo, es base o columna donde se establece la “resiliencia” (o nuestra propia capacidad de superar todos los obstáculos que pudieren presentarse en nuestras vidas).
Con esto quiero decir que la capacidad de “resiliencia” esta ligada a la interacción que tenemos con nuestro entorno, ya que de esta manera se posibilita su desarrollo. Mientras mejor sea nuestra relación con los demás y hagamos apertura a la sensibilidad, habrá mayor comprensión, apoyo y res-peto que fortalecerán esa facultad de superación de circunstancias adversas, mejorando nuestra "habilidad de respuesta" o "respons-habilidad".
Ser "resiliente" es ser una persona conciente de su individualidad y de su identidad. Saber realmente quienes somos, es reconocer nuestra propia esencia para poder tener res-puestas (y decisiones) competentes ante estas "posibilidades de aprendizaje" (como podríamos llamar a las adversidades).
Las adversidades ponen a prueba nuestro “auto-liderazgo”. En muchas ocasiones, la mayoría de nosotros en algún momento de la vida hemos llegado a tocar fondo, quizás sin esperanzas. Muchas veces, también, hemos escuchado que el dolor nos hace tomar conciencia para poder superarnos o levantarnos de las caídas.
También es verdad que nuestra condición positiva ante la vida nos reduce las posibilidades de "riesgos" ante las adversidades.
Ante la adversidad, saber tomar elecciones correctas es estar concientes de que cada suceso es una oportunidad, un desafío para fortalecernos.
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